lunes, 2 de agosto de 2010

"¿Y ustedes de qué se quejan?...

      ...si tienen como tres meses de vacaciones y viven de paro" -dicen las malas lenguas. En virtud a la verdad no es cierto y la mayoría no siempre tiene la razón (si no recuerden el dicho "millones de moscas no pueden equivocarse..la caca es rica")
        Sí podríamos hacer un mea culpa y reconocer que calculamos desde enero todos los feriados nacionales, escolares, recesos, emergencias sanitarias, desinfecciones, jornadas, en fin... todo espacio que nos libere (libre queda mal) del contacto con la labor áulica.
      "¡Ah! pero a ustedes les gusta, lo hacen por vocación" - retrucarán los fundamentalistas de los 180 días de clase por año. Sí, sí, no lo negamos, nos gusta enseñar, lo decimos con orgullo, amamos lo que elegimos y es justamente por ese amor incondicional que al ver despreciada, bastardeada, denigrada y vilipendiada la materia a la que hemos dedicado años de estudio, más años de perfeccionamientos , más años de planificaciones , mas años de reformas de las planificaciones que creímos que estaban mal porque no resultaban, pero en realidad estaban bien, solo que a los chicos no les importa nada... en algunos momentos dan ganas de bajar los brazos.
       Enseñar nos encanta y desearíamos poder (entiendase bien poder, no Poder); la tarea docente ya no es respetada, ni valorada. Estamos viviendo en otros tiempos, sabemos. Y la mayoría -que no todos- los docentes estamos conscientes de que no somos depositarios de "el saber", ni aspiramos a un busto en el patio de la escuela a merced de las palomas. Nos reconocemos mediadores en una "sociedad del conocimiento y la información" en la que abunda la falta de criterio y el dedo acusador se levanta rapidito rapidito.
      Al fin y al cabo , por cuatro horas de trabajo...bueno... con cuatro no llegamos a un salario que alcance; imaginemos un escenario mas realista: Levántense temprano, suponga cubrir 40 horas de trabajo semanales, divídalo por tres que es la carga horaria por curso; el resultado es la cantidad de cursos que debería tener un profesor para cubrir esas horas (depende de cada materia, puede ser más aún). Ahora multiplique ese número por 25, que, siendo generosos, es el promedio de alumnos por aula. Calcule corregir dos hojas de cada alumno por semana ¿Le dio el resultado más de una resma? Felicitaciones. Dejemos a un lado cuánto tiempo extra llevaría esto, pues no se incluye en el presupuesto. Planifique las clases, ojito.  Haga adaptaciones para los chicos con dificultades. Cuide a los suyos, sea feliz y, sobre todo, a no rogar aumento ni vacaciones.

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