domingo, 26 de junio de 2011

Un churro bárbaro

Casi sin darse cuenta dejó de quererlo, pese a que le advertimos que no se dejara llevar por las apariencias ella no escuchó y quiso darse el gusto. No se podía negar, el muchacho era dulce, tierno, tal cual ella lo soñaba. Además estaba como para hincarle el diente, un churro bárbaro.

Claro que no todo dura ni es perfecto. Al cabo de unos pocos meses él comenzó a engordar; ella trató de justificar la situación pensando que le gustaba más así rellenito, y no dando mayor importancia a la cuestión y hasta pensando que había en esto una ventaja más que una falencia aceptó quedarse con el churro relleno.

Si todo hubiera quedado de ese tamaño no tendríamos más que contar, pero no, no quedó así; el muchacho en cuestión se atiborraba con dulce de leche y durante el verano, en la playa, al desnudo, cuando se pone a prueba lo que un verdadero churro es, quedó demostrado que era muy grasa. Era popular entre la gente común pero un acompañamiento desubicado para tomar un café en algún lugar refinado. Después de un rato al sol parecía que iba derritiéndose y al mirarlo, hasta en los que antes hubiera provocado algún deseo, generaba asco. Verlo así, aceitoso, pegajoso y lleno de arena daba impresión. Creo yo que para dar lugar a la expansión necesaria para incorporar tanto relleno, el churro adoptó esa forma estriada que hasta ahora luce. Finalmente, a ella empezó a caerle mal, no lo tragaba, tan solo verlo y hasta su mismísimo recuerdo le revolvía el estómago. Estaba harta.

La historia terminó en desgracia…el pobre churro, despreciado, hoy se ofrece a cualquiera por unas pocas monedas. Todos lo miran de reojo, con desconfianza. Digo yo que alguna habrá que se lo coma en secreto, pero después se debe lamentar, llevando el hecho como un peso en la conciencia. Al dulce muchacho hoy no lo siguen ni las moscas. Sin lugar a dudas hubo un motivo de peso en esta separación.

Los que la queremos le seguimos diciendo que no se deje llevar por la primera impresión pero ella ya tiene en vista un nuevo amor, dice que no es tan dulce como el anterior pero que al verlo así tostadito lo encontró irresistible, asegura que es más bueno que el pan.